miércoles, 14 de mayo de 2014



EL DEVENIR DEL TIEMPO EN UN SERVICIO

Cuando quedan apenas dos días para que nos quedemos sin nuestros dos magníficos R4, cuando ya van varios que se han marchado, desarrollando honesta y brillantemente su labor como médicos especialistas en diferentes centros de España, es probablemente un buen momento para mirar atrás y analizar lo que hacemos. Los residentes marcan, marcan los tiempos, las relaciones interpersonales de un servicio, porque están casi siempre, marcan la continuidad en nuestra tarea, determinan la necesidad de mejorar, de adquirir conocimiento, técnicas, autoexigencia y exigencia a compañeros y administración. Los residentes adquieren de forma meteórica conocimientos, habilidades, es verdad que con diferencias, pero, en general, con una seguridad que expresa la cantidad de tiempo dedicada a los pacientes durante los años que compartimos. Los residentes marcan la vida de los que la compartimos con ellos, la historia de su formación con nosotros se convierte en la historia de una amista, una historia de confianza y de creciente cercanía. A mí los residentes me marcan el tiempo de la vida en muchos aspectos. Mis hijos crecen mucho, pero día a día, inadvertidamente. Sin embargo, cada mes de mayo pierdo dos grandes amigos, dos magníficos colaboradores, dos historias en las que la formación y la afectividad se mezclan, en las que una parte de uno mismo se separa y adquiere una estatura enorme, una metáfora de que la vida verdaderamente se cumple, de que el horizonte se amplía cuando nos unimos para conseguir algo bueno, para hacer un camino.

            Amigos, os deseo toda la suerte del mundo, os invito siempre a volver aquí, a casa, y os ofrezco nuestra amistad y disponibilidad. Estos cuatro años os marcarán también a vosotros para siempre, aunque, por supuesto, lo mejor está por venir. Sois dos grandes especialistas, vuestro futuro está sin duda asignado y será un éxito. Pero, sobre todo, ya conocéis que no hay nada más grande que tener la oportunidad de aliviar el sufrimiento a un semejante, tenéis la suerte de haber escogido el mejor oficio y la mejor especialidad de los posibles.

            Con cariño,



Eduardo

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